Força i Salut per a 2012!

El periódico “Salut i Força” ha publicado en su número de enero este artículo de opinión que espero que os guste y que recoge mis reflexiones sobre los retos a los que nos enfrentamos como Nación y como sector sanitario para este año.

Sin duda, para hacer frente a este nuevo año nos van a hacer falta las dos palabras que dan nombre a esta publicación.

Nos enfrentamos como Nación y como sector sanitario a importantes retos en este año. Es tiempo de tomar decisiones importantes, difíciles y a veces incomprendidas, y ello implicará asumir sacrificios por parte de todos, gobernantes y gobernados. Pero también es tiempo de ser audaces y valientes, y esto abre una oportunidad para los gestores porque es tiempo de gestión.

El mayor riesgo para la sostenibilidad del sector sanitario y en general para la economía española es el inmovilismo, la falta de toma de decisiones y el parecer “que aquí no pasa nada” cuando hemos de asumir que estamos en un escenario completamente distinto al de hace unos años, y probablemente no suficientemente previsto y planificado y que no admite más demoras para actuar.

Todos somos necesarios y todos podemos y debemos contribuir a mejorar la situación, es más, creo que es indispensable dar lo mejor de nosotros mismos para poder salir de esta situación de crisis en el menor plazo posible.

Los gestores sanitarios conocíamos desde hace años que la sanidad era como una casa con goteras, cuando hace buen tiempo no se perciben, cuando llueve entra el agua en casa y ahora que vivimos en medio de una tormenta, la casa se está inundando. Para reparar estas goteras hay que introducir cambios y reformas en el tejado y en los muros, sin que se quebranten loscimientos de la casa que tantos años y tan bien han dado protección a todos los ciudadanos.

Es necesario pues la aplicación de un plan de reformas de la GESTIÓN del modelo sanitario para hacerlo sostenible y asegurar así la supervivencia de uno de los grandes tesoros de nuestra sociedad democrática. En otros sectores ya se están acometiendo reformas: en el caso de las pensiones, alargar la edad de jubilación; en el terreno laboral, flexibilizar el mercado; en el ámbito financiero, buscar la concentración y la capitalización de estas entidades. Pero en el campo de la salud, echamos de menos esa transformación.

Este programa de reformas en el sector sanitario debería basarse en unos objetivos claros y en unas estrategias definidas que en mi opinión son cuatro: la búsqueda de la flexibilidad en los modelos organizativos, la mejora de la eficiencia global del sistema, responder a los retos delsiglo XXI con herramientas del siglo XXI y movilizar todos los recursos del sistema: públicos y privados.

Todavía hoy los hospitales españoles, incluso muchos de nueva construcción, se siguen rigiendo por modelos organizativos de hace 30 años, aislados entre ellos y focalizados en financiar la actividad, no la salud. Como alternativa cada vez destacan más los modelos de financiación capitativa, que han demostrado lograr buenos resultados, ya que se prima los resultados de salud y no la actividad que se realiza. Este modelo obliga también a reformar los propios cimientos de la integración asistencial, eliminando las barreras entre niveles que en la actualidad se encuentran burocratizados. No es natural un sistema con compartimentos estanco: atención primaria, hospital, servicios sociales, etcétera, cuando el perfil de nuestro paciente es un enfermo crónico que exige una atención integral. En esta misma línea, aprovechando los avances que la tecnología nos proporciona, se deberían compartir más servicios y procesos entre los diferentes niveles y entre hospitales y simplificar la gestión administrativa no asistencial, tendiendo al modelo de gestión multihospital, por ejemplomediante call centers únicos para todos los hospitales o administraciones de personal, contabilidad, logística, etcétera, únicas. En conjunto, el plan de reformas debe flexibilizar y simplificar la organización para hacerla más eficaz.

Los recursos humanos constituyen otra de las asignaturas pendientes en el Sistema Nacional de Salud (SNS). En este capítulo, se deberían promover nuevas políticas tendentes a mejorar la retribución de los profesionales por ser los auténticos protagonistas del sistema, pero esta retribución debería ir vinculada a la productividad y al logro de los objetivos asistenciales. El profesional tiene que adoptar un nuevo papel, con mayor autonomía, desburocratizando la
organización y revalorizando su rol en el sistema. También debe flexibilizarse la contratación, adaptándola a las necesidades reales de la atención sanitaria a nuestros ciudadanos.

Estas reformas no tienen sentido si no se acompañan de la adopción de herramientas del siglo XXI con sistemas de información eficientes que ayuden tanto en la gestión clínica, ante la toma de decisiones y prevención de la enfermedad, la comunicación entre profesionales y niveles asistenciales, así como para hacer frente a la gestión de la cronicidad, mejorando en todos estos procesos la transparencia, a través de observatorios que evalúen y ayuden a generalizar las mejores prácticas a todo el sistema. Otro aspecto a implantar es un modelo de gobernanza abierto, participativo y con compromisos con nuestros ciudadanos.

La colaboración entre lo público y lo privado es hoy en día el modelo de gestión que ejemplifica esta política de reformas. Un modelo con más de 13 años de experiencia,  que nació en la Comunidad Valenciana con el Hospital de La Ribera en Alzira, y que se ha extendido a otras comunidades y países. En este momento, hay más de 20 concesiones en marcha o construyéndose en el Estado, mientras que en Europa, cada vez apuestan más por la colaboración entre lo público y lo privado. Es un modelo de éxito que ha marcado un precedente en la gestión sanitaria porque responde a las necesidades del ciudadano, a las expectativas de los profesionales y a los requerimientos de la Administración. A ello se suma su efectividad, al haber demostrado que supone un ahorro del 25% en los costes asistenciales respecto a los de los centros tradicionales, manteniendo la administración pública su capacidad de planificación y control de la calidad asistencial.

En definitiva, es imprescindible acometer en el sector sanitario un programa de reformas, tal y como se está realizando en otros sectores productivos para mantener un sistema nacional de salud público, gratuito, universal y solidario, pero también moderno, flexible y sobre todo sostenible. La sanidad es un bien muy preciado por los ciudadanos y es responsabilidad de todos preservarlo para el futuro.

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